Cuando una persona necesita llevar corrección con gafas o lentes de contacto para ver bien, en algún momento se ha preguntado qué sería poder ver sin necesidad de llevar nada. Normalmente, esto suele generar una serie de preguntas y dudas, las cuales trataremos de contestar en esta entrada, estructurada en forma de preguntas.
¿En qué consiste la cirugía refractiva?
La cirugía refractiva agrupa una serie de técnicas quirúrgicas que tratan el ojo y cuyo objetivo es eliminar uno o varios defectos refractivos del ojo (como miopía, hipermetropía, astigmatismo, e incluso la presbicia), es decir, el objetivo de la cirugía es eliminar la necesidad de usar gafas o lentes de contacto. Dichas técnicas son más adecuadas para casos determinados, mientras que en ocasiones se puede elegir entre dos o más tipos.
Normalmente, se aconseja un tipo concreto de cirugía refractiva en cada caso dependiendo de una serie de parámetros (que explicaremos durante la entrada) que determinarán la decisión.
Es común que se identifique la cirugía refractiva con un tipo concreto de la misma, la conocida como técnica de LASIK, aunque no es la única, como ahora pasamos a enumerar.
¿Qué tipos de cirugía refractiva hay?
Los tipos existentes de cirugía refractiva son:
- Con láser:
- LASIK
- PKR
- Con lente intraocular:
- Implantación de lente fáquica
- Extracción del cristalino transparente
La importancia de las revisiones oftalmológicas periódicas para detectar problemas de visión y prevenir enfermedades oculares.
La vista es uno de los sentidos más importantes del ser humano, y una buena salud ocular es fundamental para mantener una buena calidad de vida. Por eso, es crucial realizar revisiones oftalmológicas periódicas, ya que estas nos permiten detectar problemas de visión y prevenir enfermedades oculares que pueden afectar seriamente nuestra capacidad de ver.
Las revisiones oftalmológicas son especialmente importantes en personas mayores de 40 años, ya que es a partir de esta edad cuando comienzan a aparecer problemas de visión relacionados con el envejecimiento. Además, también son necesarias en personas que presentan factores de riesgo, como antecedentes familiares de enfermedades oculares, diabetes, hipertensión arterial o miopía elevada.
En las revisiones oftalmológicas se realizan diferentes pruebas para evaluar la salud ocular, como la medición de la agudeza visual, la tonometría (que mide la presión intraocular), la evaluación del fondo de ojo, la refracción y la evaluación de la motilidad ocular, entre otras. Estas pruebas permiten detectar problemas de visión como miopía, hipermetropía, astigmatismo o presbicia, así como enfermedades oculares como el glaucoma, la catarata, la degeneración macular o la retinopatía diabética.
Es importante destacar que muchas enfermedades oculares no presentan síntomas en sus primeras etapas, lo que dificulta su detección temprana sin una revisión oftalmológica. Por ejemplo, el glaucoma es una enfermedad ocular que puede provocar la pérdida de visión de forma gradual y sin dolor, por lo que es difícil detectarla sin una revisión oftalmológica.
En resumen, las revisiones oftalmológicas periódicas son fundamentales para detectar problemas de visión y prevenir enfermedades oculares. De esta forma, podemos mantener una buena salud ocular y prevenir complicaciones que pueden afectar seriamente nuestra calidad de vida. Por eso, es importante acudir a revisiones oftalmológicas con regularidad, especialmente si presentamos factores de riesgo o si somos mayores de 40 años. La prevención es la mejor herramienta para cuidar nuestra vista y mantener una buena calidad de vida.